Este 19 de abril no es un día más en el calendario. Es una fecha que condensa memoria, sacrificio y lucha. Es el Día del Policía Argentino, pero no en clave de uniforme y obediencia, sino en clave de trabajadores con historia y con derechos. Y esa historia —aunque intenten borrarla— no comenzó en ningún despacho ni se construyó desde la obediencia ciega.
La historia que no contaron
En 1918, en Rosario, un grupo de policías se animó a algo impensado para la época: reclamar mejores condiciones laborales. La respuesta del poder fue brutal. El Ejército reprimió salvajemente aquella protesta. Varios efectivos fueron asesinados. Aquel hecho, silenciado por décadas, fue el preludio directo de la Semana Trágica en Buenos Aires. No fue una revuelta: fue una semilla.
Casi un siglo después, en 2012, otra generación retomó ese legado. En el Congreso Nacional de FASIPP en Paraná se tomó una decisión histórica:
“Nacionalizar la protesta”
Esa consigna unificó a policías y penitenciarios de todo el país, y dio lugar a una marcha inolvidable frente al Congreso de la Nación, donde 500 compañeros y compañeras reclamaron libertad sindical, condiciones dignas y representación gremial real.
El silencio institucional
Durante años, FASIPP y las organizaciones que la integran buscaron el diálogo con los gobiernos de turno. Pero no hubo respuesta. Las puertas cerradas obligaron a abrir las calles. Y lo que no se quiso discutir en una mesa, se gritó en una plaza.
Así llegó el paro de Gendarmería, Prefectura, Policía Federal, PSA y suboficiales de la Armada, un hecho inédito que desnudó el cinismo del sistema: mientras el Estado exige lealtad, niega derechos básicos.
Donde hubo diálogo, no hubo estallido
Vale destacar que no todas las provincias eligieron el camino del desprecio. Misiones, Chubut y Santa Cruz apostaron al diálogo antes que al conflicto. Allí se anticiparon las crisis con escucha. La historia enseña: cuando hay voluntad política, hay prevención. Lo demás es pura excusa.
Lo que se consigue, se consigue luchando
Nada fue regalo. Todo fue lucha.
Y todo lo que falta —que es mucho— no se logrará con paciencia sino con organización, conciencia y memoria.
No es pesimismo contar lo que pasa. Pesimismo es callarse.
Nosotros no callamos. Denunciamos, construimos y seguimos andando.
Este 19 de abril, que no nos vendan homenajes vacíos. No queremos estatuas. Queremos derechos, dignidad y justicia para los que protegen sin ser protegidos.
Porque como decía un viejo militante:
«Lo único que se pierde es lo que no se pelea.»
APROPOL Noticias