Un hecho grave que dimensiona dos décadas de lucha gremial

Por Alberto Martínez (*)

Tener un chaleco antibalas hoy es una practica habitual pero no es menos cierto que es el fruto de dos décadas de lucha gremial que todos de manera colectiva hemos desarrollado para que tengamos mejores condiciones de trabajo y de vida.

Lejos del “autobombo” esta es una afirmación directa que nos enseña que “nada ni nadie mas allá de nosotros los trabajadores nos darán graciosamente nuestros beneficios y mucho menos los defenderá en el tiempo”. La simple provisión de chaleco que como vemos salva vidas es fruto de una persistente y costosa lucha diaria.

Es importante que este episodio reafirme estos postulados para las próximas generaciones que ya están transitando sus primeros pasos en la institución. Quienes comenzamos esta idea de fundar y desarrollar la institución sindical para estos objetivos creemos necesario remarcarlos como logros, avances y aunque para algunos pase desapercibido o quizás los consideren exiguos son pasos enormes.

Recordemos por ejemplo como hace poco mas de una década patrullábamos sin chalecos por ejemplo y en manga de camisas encomendados a Dios. Hoy ademas le agregamos una protección adicional.

Este trabajo es colectivo, aún para los que refugiados en la pretendida individualidad traccionan por estos objetivos. La existencia de sindicatos cohesiona, multiplica, reúne e impide que se pierda. Es proyecto, pero también órgano que conduce.

Como siempre la definimos, la familia es el sustento y la unidad básica que sostiene. A ella debemos las únicas ofrendas. Fue y sera la que se movilizo, puso los recursos y sus mejores combatientes. Fue reunión, camaradería, movilización y también portones. Allí donde se definía la situación supo estar y estará.

Que se sepa que los trabajadores policiales decidimos organizarnos y desarrollar soberanamente al que simplemente nos “Protege”.

(*) Secretario General APROPOL

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