Desde que tenemos uso de razón, siempre en la policía se está en emergencia, siempre falta personal, siempre la ley impone la seguridad por sobre otras cosas; esos argumentos son las bases para que los trabajadores se alejen de las familias, particularmente de sus hijos, y que las licencias siempre estén suspendidas.
Por Miguel Zalazar
“Vamos a fortalecer a la policía” dijo el Gobernador PEROTTI en campaña, claro, pero ese fortalecimiento tenía que ver con móviles policiales, armamentos, cortar cintas en gestión o de campaña sobre cosas no concretadas; ahora, fortalecer al trabajador, nunca.
Nos preguntamos en que momento el trabajador policial podrá ejercer sus derechos, sin que se haga prevalecer una situación de emergencia o de necesidad; hace décadas que los distintos gobiernos no pueden salir de este atolladero, o quizás no les interese, como es posible que no haya vacaciones, no haya descansos, no haya permisos, ni licencias de excepción.
Las vacaciones no pueden ser programadas, y si las tomas te las cortan; los descansos habituales son suspendidos por horas extraordinarias que pasaron de opcionales a obligatorias; con eso no alcanzó y se amplió la obligatoriedad para los servicios adicionales; y es ahí donde nos preguntamos cuanto consideran al trabajador policial los que gobiernan.
Pareciera que la “subsecretaría de bienestar policial” sirve solo para pagar chapas políticas, porque no ha habido una sola propuesta para mejorar esta situación que es el eje central primario que plantean los trabajadores.
La puesta en escena de hablar solo de la seguridad democrática con perspectiva de género, es dar discursos grandilocuentes de lo mediático, de “lo que vende”, pero en los hechos no sirve. Los policías lo que necesitan es un Estado diligente y funcionarios expeditivos, que actúen en post de resolver los problemas del sector.
El artículo 14 bis de la Constitución Nacional es claro, “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor; jornada limitada; descanso y vacaciones pagados”.
No es una cuestión caprichosa de los trabajadores policiales reclamar estos derechos, es algo inherente a las obligaciones de los gobiernos, que siguen sosteniendo la seguridad pública con una materia prima que exprimen hasta muchas veces enfermarlos.
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