Trabajó durante casi diez años, participó de la búsqueda de víctimas en la explosión de calle Salta y en varios femicidios. Ahora dejará el cuartel para vivir en la casa de su entrenador.
Por Carina Bazzoni
Baloo no es un perro cualquiera. Es un animal de trabajo, especialmente entrenado para búsqueda y rescate de personas, y casi desde que nació vive en el cuartel de Bomberos Zapadores de la zona sudoeste de Rosario. Su primera misión fue entre los escombros de los edificios de calle Salta 2141, siniestrados en una trágica explosión de gas, una mañana de agosto de 2013; una de las últimas, lo llevó a Superí al 200, en el barrio de La Florida, y su actuación fue clave para hallar al dueño de la casa de tres pisos derrumbada un frio domingo de julio pasado. Después de casi diez años de trabajo sobre el lomo, a Baloo le llegó la hora de su jubilación. Este jueves fue el protagonista de un sentido acto oficial y después de las fiestas se mudará a la casa de su entrenador, a disfrutar de su vida de perro.
La oficina de Leandro Rivero tampoco es como la de otros inspectores del cuerpo de Bomberos Zapadores. Tiene paredes blancas, una ventana por la que entra la luz del mediodía y un escritorio lleno de papeles; pero en un rincón guarda aquellos elementos que hacen la diferencia: varias bolsas apiladas de alimento para perros de una marca premium, tres caniles grandes, pelotas, correas, peines, cepillos y rasquetas.
Rivero está al frente de la división Perros de los Bomberos Zapadores y es el entrenador de uno de los canes más destacados del grupo: Baloo. Si no hubieran existido otros intentos anteriores, casi podría decirse que la agrupación se creó a partir del trabajo del inspector y su perro. La resolución que crea la "Unidad Canina de Búsqueda y Rescate de la Dirección General de Bomberos Zapadores de la provincia" (tal su nombre oficial) tiene el número 2.055/13 y está fechada el 22 de agosto de 2013, dos semanas después de que ambos hubieran cumplido con éxito sus primeras misiones.
Baloo es un Pastor Belga Malinois, una raza no muy vista en las calles, donde cualquiera lo podría confundir con un animal "marca perro", pero muy vigorosa, entusiasta y con un talento insuperable como perro de asistencia, de búsqueda y rescate. Los manuales sobre razas perrunas les suman otras características: los machos pueden llegar a pesar 34 kilos y a medir unos 66 centímetros. La descripción sigue: "Requirimientos de ejercicio: 40 minutos/día. Nivel de energía: muy enérgicos. Tendencia a babear: baja. Tendencia a roncar: baja. Tendencia a ladrar: moderada. Tendencia a excavar: baja. Necesidades sociales/de atención: moderadas".
Rivero crió a Baloo en su casa durante su primer mes. Sus hijos lo bautizaron con el nombre del oso del Libro de la Selva, la obra de Rudyard Kipling que Disney popularizó en las pantallas. Durante casi once años, el bombero lo entrenó a diario, le enseñó a obedecer, a reconocer rastros, a seguirlos, a buscar sobrevivientes o personas fallecidas en algunos de los hechos que conmovieron a la ciudad. Pero cuando trabajan juntos, Rivero no lo llama por el nombre. Le dice perro. Lo arenga: "perro, vení", "perro, busque", "busque, perro", y el can inmediatamente tensa los músculos, se afirma en el suelo, levanta la cabeza, afina el olfato, templa el oído y busca.
Trabajo de a dos
"Baloo es mi compañero de trabajo", afirma el inspector y confiesa que al final de cada operativo en los que interviene, prefiere festejar con él. El adiestramiento, destaca, es una tarea constante, "donde no hay castigos sino premios, como una pelota, comida o caricias". Las recompensas llegan cuando los animales dan señales de obediencia básica (se sientan, se tiran al piso o avanzan, cuando el entrenador lo pide) y también cuando obtienen mayores logros, como encontrar personas sepultadas por un derrumbe.
Baloo es un experto en esta tarea, puede seguir un rastro específico mucha distancia. Si lo que está buscando es una persona viva, ladra para dar aviso de su hallazgo; si está fallecida, rasca el piso. Así le enseño Rivero en largas jornadas en el Bosque de los Constituyentes, en la escombrera municipal o en el cuartel de bomberos.
Esa pericia de la pareja les valió reconocimientos. Baloo ayudó a localizar a varias de las personas fallecidas en el siniestro de calle Salta. También intervinieron en varios femicidios: el de Chiara Páez, la adolescente asesinada por su novio en la localidad de Rufino en mayo de 2015, y el de Nora Escobar, la mujer de Granadero Baigorria a quien después de casi un mes de denunciada su desaparición, hallaron enterrada en su casa, en mayo pasado.
Historias difíciles, a las que aún los más experimentados nunca se terminan de acostumbrar.
Vida de perro
El cuartel de Bomberos de zona sur ocupa un edificio pequeño en medio de un gran terreno descampado. Cuando se ingresa solo se escucha el griterío de las cotorras. Los caniles están en un costado del predio a la sombra de los árboles y los perros ladran apenas escuchan la voz del inspector acercándose.
Son los últimos días que Baloo va a pasar en ese lugar. El jueves pasado, en un acto que reunió a todo el cuartel se celebró su jubilación. Hace tiempo que su entrenador notaba en el animal un cambio de hábitos, de a poco fue dando indicios de que necesitaba un cambio de rutinas. Rivero dice que su perro conserva su instinto, pero después de diez años de trabajo, ya está más lento.
Cuando empezó a notar esas señales, el inspector empezó a preparar un lugar para llevar a Baloo a su casa. Le compró parte de un terreno a un vecino y se encargó de parquizarlo para que tenga espacio donde correr porque muchos perros de trabajo necesitan seguir en actividad, más allá de su retiro. "Tampoco le van a faltar caricias ni juegos", afirma Rivero.
En el cuartel de los Zapadores ya tienen un candidato para sucederlo. Es uno de sus hijos. Se llama Aegon, como el carismático conquistador de Juego de Tronos. La unidad se completa con Tango, un perro recibido en adopción, y Toto. Todos son pastores belgas, todos son machos, todos aprenden rápido, destaca Rivero y confía en que con el tiempo alguno pueda llegar a ser como Baloo.
Fuente: La Capital
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