En unas declaraciones cargadas de odio y xenofobia, el padre de Carlos "Bocacha" Orellano se despachó contra trabajadores inocentes adjudicándose el rol de fiscal, juez y verdugo.
Por Hugo Alvarez (*)
En el juicio se demostró que Bocacha murió ahogado luego de caer al Paraná, que no fue golpeado y que los trabajadores policiales Karina Gomez y Gabriel Nicolossi intentaron auxiliarlo.
La semana que viene se conocerá la sentencia
Las causas judiciales siguen un camino tortuoso para las familias de las víctimas; reconocimientos, autopsias, declaraciones testimoniales y un sinfín de periplos que estoicamente deben cruzar quienes pierden a un ser querido en el camino hacia la búsqueda de verdad.
Si hay algo que merece una familia que perdió a un ser querido es verdad, más allá de que esa verdad se ajuste o no a lo que ciertos sectores creen que debería ser o quieren que sea.
Por ese camino, el padre de Carlos Orellano se perdió en una jungla de especulaciones, insultos, intolerancia, demonización y esperpentos mediáticos dónde acusó a todos los que lo contradecían.
Los dueños del boliche Ming son "corruptos", los abogados defensores "son una mierda", los periodistas que entrevistaron a quien decía algo distinto a él "son unos mogolicos", los testigos que afirmaron cuan alcoholizado estaba su hijo la noche que se ahogó "no saben lo que dicen" los pescadores que afirmaron que Carlos saltó al agua cuando querían sacarlo de la baranda "espero que queden presos".
Siguiendo el ejemplo de Don Orellano, familiares y allegados al joven publicaron fotos de los defensores en primer plano exponiendolos ante la opinión pública como "enemigos del pueblo, las caras detrás de los asesinos, cínicos hijos de mil putas".
Peor fue lo padecido por Karina Gomez y Gabriel Nicolossi quienes fueron amenazados de muerte por los familiares de Bocacha y por miembros de la barra brava de Rosario Central.
Así pasó que la forma violenta y xenófoba que empleaban para dirigirse a cualquier persona que no opinara como ellos aumentó cuando se conocieron estudios realizados por profesionales médicos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, los cuales confirmaban que Carlos se había ahogado y que no presentaba lesiones en su cuerpo, por ende, debían ser tergiversados.
¿Y las pruebas?
Cada vez que se le preguntó a Edgardo Orellano por prueba divagó sin cesar.
En una entrevista transmitida a nivel nacional por TN afirmó "a mi hijo lo tiraron al agua", posteriormente dijo "si no lo tiraron, se tiró sólo" a las pocas palabras cambio a qué "lo sacaron al lado del río es porque tenían ganas de matar a alguien, de torturarlo hasta que se muera" afirmó luego que Carlos "era un perfecto nadador".
Innumerables fueron las maniobras mediáticas donde intentaron instalar que "Carlos era excelente nadador, si se tiraba al agua salía nadando solo".
En igual medida mientras se iban develando evidencias que confirmaban la inexistencia de delito, se inventaban teorías más complejas.
Así fue como por los medios afines a la construcción de relatos unidireccionales salieron a manifestar que a Carlos lo habían "tirado al agua" posteriormente lo habían "sacado del agua" lo habían golpeado salvajemente, lo habían ahorcado y lo habían vuelto a arrojar al agua.
Junto a su abogado Salvador Vera, don Orellano sostuvo que en un baño de Ming habían encontrado "sangre fresca".
Aunque el término no tuvo ninguna incidencia científica fue muy impactante para esos medios pendientes de ayudar a constituir culpabilidad, más si se pretende perseguir a trabajadores policiales.
Por su parte Salvador Vera afirmó ante el diario RosarioPlus "se verifica que Carlos Orellano tenía golpes en distintas partes del cuerpo y que hubo un ahorcamiento antebraquial".
Se cayó al agua, ¡manden alguien por favor!
El pedido desesperado era de Karina Gomez, quien intentó auxiliar a Carlos Orellano luego de que este cayera al agua.
Tanto Karina como Gabriel estuvieron siempre a disposición de la justicia y aguantaron estoicamente las amenazas de muerte y el linchamiento mediático, social y en redes que le propinaron los familiares de Bocacha.
Karina incluso tuvo que lidiar con ser encarcelada junto a hombres, un caso jamás visto en nuestro país.
Pero al final de cuentas, ¿que decían los informes sobre la causa de muerte?:
Carlos Orellano murió ahogado, no hubo ningún mecanismo violento en su cuerpo.
¿Quién afirmó esto?: un cuerpo experto de médicos y peritos de Buenos Aires, algunos reconocidos mundialmente por sus logros académicos.
¿De quién era la "sangre fresca" que encontraron en el baño de Ming? No era de Bocacha, los exámenes de ADN dieron negativo en cualquier asociación con el fallecido.
El abogado Salvador Vera mintió deliberadamente y tergiverso la realidad de esos informes, basado en las conclusiones de su perito de parte, la Dra. Virginia Creimer, una médico itinerante denunciada penalmente por falso testimonio agravado y defraudación procesal en distintos puntos del país.
Lucha y cambio
Rodolfo Walsh sostenía: "Creo, con toda ingenuidad y firmeza, en el derecho de cualquier ciudadano a divulgar la verdad que conoce, por peligrosa que sea".
Ahí está la VERDAD.
En los familiares y las organizaciones está el aceptar y reconocer que se equivocaron.
En la justicia está el dar un veredicto de absolución que empiece a sentar un orden igualitario al caos que genera la desinformación, la exposición mediática unilateral, el patoterismo y la apropiación del "copyright" de la verdad.
(*) Presidente de la Asociación Civil Inocente Colectivo
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