Tras conocerse los fundamentos de la sentencia en la causa armada Casco, los deficientes e insostenibles razonamientos del único juez que condenó -en contrario a sus colegas que decidieron absolver lisa y llanamente- fueron repudiados por gran parte de la sociedad civil y profesionales del derecho.
"Debía un favor y tenía que hacerlo" relataron fuentes cercanas al juez que en breve se retira y pretende que se apruebe el pliego de un "discípulo".
Por Hugo Alvarez (*)
"Si bien hay lagunas (...) es comprensible que no haya prueba" son algunas de las expresiones que utiliza el Juez Otmar Paulucci para condenar a tres trabajadores policiales inocentes.
Para entender la gravedad del único voto que no tuvo fundamento real ni ideal, no es necesario tener conocimientos acabados en derecho o siquiera entender cómo funciona el principio de inocencia, el "in dubio pro reo" o la obligación que impone la Corte Suprema de Justicia de la Nación a todos los jueces sobre fundar de manera acabada, sería y razonable sus decisiones en la Doctrina "Carreras".
Nada eso es necesario, solo falta sentido común y saber que si no existe evidencia alguna de que Franco Casco haya sido "cazado" la noche del 6 de octubre y por el contrario existen sobradas evidencias de que eso no sucedió, no puede afirmarse, bajo ningún parámetro, el primer extremo.
Si el cuerpo de Franco Casco no tiene lesiones no se puede decir haya sido "brutalmente golpeado".
Si en diversas filmaciones se lo ve caminando por las calles el día 8 de octubre a las 3:30 de la madrugada no se puede afirmar que murió dos días antes.
Una mancha en el final
Sobre el final de su carrera, un juez intachable que fue antes defensor oficial y juzgó en causas muy importantes a nivel nacional, comete la mayor de las canalladas que un Magistrado de su talante podría hacer: condenar a inocentes con plena conciencia de que éstos lo son.
En la historia de nuestra Nación, este gran hombre será recordado bajo la siguiente leyenda: "Otmar Paulucci, fue juez. Sobre el final de su carrera condenó a personas inocentes con plena conciencia de ello".
Si al menos dentro de los fundamentos que emitió el magistrado se pudieran vislumbrar evidencias o tamices que hubieran hecho pensar que tenía motivos fundados para interpretar una prueba aquella forma, ello ofrecería algo de verosimilitud a una supuesta equivocación imperdonable.
Lo cierto es que esos extremos no existieron, el voto de Paulucci abunda en preguntas sin ninguna certeza "¿Por qué el procedimiento vinculado con el colectivo de la línea 110, que habría ocurrido dentro de lajurisdicción de la comisaría 7ma. habría sido radicado en otra dependencia policial?, ¿Quedó efectivamente allí radicado? ¿Significa el resultado negativo (“QRU”) que no hubo acontecimiento de relevancia que obligara labrar actuaciones en relación a un colectivo que tenía los vidrios rotos?".
Con estas preguntas el juez intentó avanzar en un voto de condena que no solo se quedó sin fundamentos ni certeza alguna (certeza como único elemento para avanzar en un voto de condena) sino que cometió groseros errores, ya que el ataque al colectivo de la línea 110 se dió en la jurisdicción de la comisaría 8va. y no en jurisdicción de la comisaría 7ma.
En el mismo sentido haciendo un racconto sin importancia omitió valorar lo más importante: esa prueba confirmó que Franco Casco jamás fue detenido la noche del 6 de octubre, sobre lo cuál Paulucci no se pronunció.
El voto de la mayoría
Por su parte los jueces Ricardo Moisés Vázquez y Eugenio Martínez Ferrero fueron categóricos al sostener que el hecho materia de investigación "no existió".
De manera sería y razonada revatieron punto por punto todas las falsedades de la acusación e incluso abundaron en certezas a las cuáles el voto de Paulucci ni siquiera pudo acercarse.
Queda mucho camino por andar, pero la realidad que esté 2023 golpeó con fuerza a los arma causas de siempre fue la de encontrarse con un muro de concreto representado por la tenacidad de un grupo de trabajadores policiales para mantenerse unidos en la verdad y en la lucha, conjuntamente con un movimiento de organizaciones gremiales, sindicales y de Derechos Humanos que empiezan a decirles a estos siniestros personajes "basta de armarnos causas, basta de lucrar con nuestra vida y de negociar con nuestra dignidad".
En ese camino nos vamos a encontrar con jueces probos, justos y valientes como Ricardo Moisés Vázquez y Eugenio Martínez Ferrero.
Al costado de la historia será recordado por su cobardía y su imperdonable error, un juez como Otmar Paulucci.
(*) Presidente de la Asociacion Civil Inocente Colectivo
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