Maximiliano Pullaro, actual gobernador de Santa Fe, ya tiene antecedentes en la toma de decisiones que afectan la estructura policial. Durante su gestión como ministro de Seguridad (2015-2019), cerró varias comisarías en Rosario con el argumento de que eran “agujeros negros” de corrupción y que la seguridad debía garantizarse con patrullajes y operativos en la calle.
Por Alberto Martínez
Sin embargo, esta decisión no solo dejó barrios sin presencia policial, sino que convirtió a las pocas comisarías que quedaron en funcionamiento en verdaderos depósitos de presos, desbordando su capacidad y generando una situación de crisis tanto para los detenidos como para los efectivos encargados de su custodia.
Hacinamiento en comisarías y colapso del sistema
Las unidades policiales en Rosario, en vez de funcionar como centros operativos de prevención y respuesta rápida al delito, se han transformado en cárceles improvisadas donde se alojan detenidos por tiempo indefinido debido a la falta de cupo en el sistema penitenciario.
El resultado: celdas sobrepobladas, falta de infraestructura adecuada y condiciones inhumanas tanto para los detenidos como para los policías. Mientras tanto, la inseguridad sigue creciendo en las calles, y los efectivos, en lugar de estar patrullando, quedan atrapados en la custodia de presos en unidades que no están preparadas para tal función.
Policías en la primera línea del colapso
Además del impacto sobre la seguridad ciudadana, la falta de comisarías y el hacinamiento carcelario en las unidades policiales han generado un deterioro extremo en las condiciones laborales de los policías.
Otro escape en la 10ª de Rosario y la trama detrás del vaciamiento policial
La comisaría 10ª de Rosario volvió a ser noticia esta semana por una nueva fuga de detenidos. El colapso del sistema de seguridad en Santa Fe queda en evidencia una vez más, con comisarías que han sido transformadas en cárceles improvisadas, superpobladas y con pocos efectivos para garantizar la custodia.
Hoy, los efectivos enfrentan:
- Reducción del personal operativo: en vez de estar en la calle, muchos quedan asignados a la custodia de detenidos.
- Condiciones insalubres y riesgosas: deben lidiar con situaciones de violencia, fugas, enfermedades y motines sin infraestructura ni personal suficiente.
- Jornadas extenuantes: turnos interminables y falta de recursos para garantizar su propia seguridad.
- La falta de inversión en comisarías y cárceles no solo ha precarizado a los detenidos, sino también a los propios policías, que terminan pagando el precio de un sistema que está al borde del colapso.
¿Estrategia de seguridad o improvisación permanente?
Los resultados de esta política están a la vista:
- Inseguridad en alza.
- Comisarías saturadas con presos.
- Falta de policías en las calles.
- Efectivos desbordados y sin respaldo.
La pregunta es inevitable: ¿Pullaro realmente tiene un plan para mejorar la seguridad o solo está repitiendo los mismos errores de su gestión anterior?
Mientras tanto, los santafesinos siguen viviendo con miedo, y los policías, en vez de proteger a la ciudadanía, quedan relegados a la custodia de un sistema penitenciario desbordado.
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