Volver del escándalo. Claudio “Droopy” Romano y la farsa de la intervención en Rosario.
Por Alberto Martínez (*)
Para | APROPOL Noticias
“Intervenir” parece ser la fórmula mágica de un poder político que ya no busca soluciones, sino maquillaje. Esta vez, el turno es de Rosario, epicentro de una crisis de seguridad sin precedentes, donde el gobierno provincial ha decidido designar como interventor de la Unidad Regional II al comisario general (R) Claudio “Droopy” Romano, un nombre que lejos está de representar una renovación institucional.
¿Quién es Claudio Romano y por qué importa?
Romano fue nombrado fugazmente como jefe de la Unidad Regional II de Rosario en 2020, pero nunca llegó a ejercer plenamente el cargo debido a que solo duró tres semanas. Poco después, fue trasladado a la Unidad Regional V de Rafaela, donde terminó siendo relevado y pasado a disponibilidad, envuelto en un escándalo de corrupción institucional que fue hábilmente silenciado.
Hoy este funcionario responde de manera directa al secretario de seguridad Omar Pereyra quien entendemos es su aval político directo y por tanto responsable de su gestión al que por otra parte tributará directamente y no al Jefe de Policía como marca la Ley Orgánica Policial.
En esa causa, el único que cargó con la responsabilidad penal fue su entonces subjefe, Ariel Palomeque, quien fue condenado por peculado. Sin embargo, según fuentes internas y documentación de la época, Romano no era ajeno al entramado delictivo: formaba parte de la misma banda que desvió bienes y recursos destinados a la Policía. El silencio oficial y la omertá institucional lo blindaron, y ahora vuelve reciclado como “interventor”.
“No se puede intervenir una estructura en crisis con quienes fueron parte de una red de corrupción que la hundió en el pasado.”
La impunidad como política de seguridad
Designar como interventor a un personaje revela una lógica siniestra y cínica: la intervención no es limpieza, es toma de control. La Unidad Regional II de Rosario, sitiada por el crimen organizado y desgastada por años de desmanejos, necesita conducción estable y ética, no reciclaje de sospechosos.
“Esto no es una purga institucional. Es un reordenamiento de lealtades en una interna feroz por el control de las cajas policiales.”
¿Quién controla al interventor?
El gran interrogante es quién vigila a quien vigila. En Santa Fe no hay fiscalía administrativa activa ni auditoría externa real, y el Tribunal de Cuentas actúa sobre expedientes ya ejecutados. La designación de Romano equivale a poner al zorro a cuidar el gallinero, con carta blanca y sin rendición de cuentas.
Una advertencia desde adentro
Fuentes policiales coinciden en que la vuelta de Romano genera desmoralización, enojo y sensación de impunidad dentro de los cuadros operativos. Muchos de los que hoy patrullan las calles conocen su historia, y ven en esta designación una burla más que una esperanza.
Si Rosario está intervenida, es por el cinismo de sus gobernantes, no por la corrupción policial.
Santa Fe no necesita más “Droopys”. Necesita coraje político, auditorías reales y conducción con ética. Traer de regreso a quien fue apartado en medio de un escándalo, para liderar la intervención de una de las unidades más sensibles de la provincia, es una provocación a la memoria institucional, a la inteligencia de la ciudadanía y al esfuerzo diario de los policías honestos.
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¡Quien quiera oir que oiga!
(*) Periodista. Licenciado en Seguridad Pública. Especialista en seguridad y derechos laborales de los trabajadores policiales y penitenciarios.
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