¿Como la policía pudo admitir y tener a un hipotético violador durante décadas en sus filas sin ser detectado?

La denuncia contra el subdirector de la Policía de Santa Fe por abuso infantil sacó a la luz una realidad incómoda: la falta de mecanismos efectivos para investigar y sancionar delitos dentro de la fuerza.

Digamos que esta acusación se ubica temporalmente cuando el acusado era menor de edad. Verificando la realidad no sería el primer caso de este tipo cometido por algún integrante de la fuerza ya que constan registros sobre ello de manera indubitable.

¿Es cierta la acusación?

Más allá del impacto de la denuncia, la pregunta central sigue sin respuesta y deberá dilucidarlo la Justicia: ¿se podrá comprobar la veracidad del relato? Como en toda causa de abuso sexual ocurrida décadas atrás, la falta de pruebas materiales es un obstáculo. Sin embargo, los testimonios pueden ser determinantes.

¿Qué controles hay dentro de la Policía?

La denuncia pone sobre la mesa una falencia estructural: ¿qué filtros existen para evitar que personas con antecedentes ocultos obviamente de violencia o abuso sexual u otras graves patologías similares ingresen y asciendan en la Policía?

Los procesos de selección suelen ser más rigurosos en lo académico y físico que en lo psicológico. Una vez dentro, los controles internos parecen insuficientes. ¿Cómo de ser cierto esta acusación, un oficial pudo construir una carrera de años sin que nada saliera a la luz?

La impunidad puertas adentro

Cuando un caso de abuso ocurre dentro de la propia fuerza, el silencio y la protección suelen imponerse. Las estructuras policiales tienden a blindar especialmente a los de mayor jerarquía. En este caso, la denuncia logró efectos concretos: el denunciado fue pasado a disponibilidad y su ascenso suspendido. «rara avis».

Pero eso no es lo habitual. ¿Por qué esta vez sí hubo reacción?

¿El denunciante “civil” marcó la diferencia?

Un interrogante inquietante surge al analizar la respuesta institucional. Si la denuncia la hubiera hecho un policía contra un superior, ¿hubiera tenido el mismo impacto?

El historial de denuncias dentro de la fuerza muestra que cuando la víctima es un subordinado, los mecanismos internos tienden a minimizar, desacreditar y hasta perseguir al denunciante al punto de expulsarla de la fuerza. En este caso, el denunciante es un civil, y la reacción fue inusual: disponibilidad inmediata y freno al ascenso seguramente.

La justicia, entre la presión y la impunidad

El caso deja al descubierto una doble vara. Cuando la denuncia se hace pública, el sistema se ve obligado a reaccionar. Sin la presión mediática, es probable que este expediente hubiera seguido acumulando polvo.

David espera justicia. Pero su historia refleja una realidad más amplia: sin una reforma profunda en los mecanismos de control y sanción dentro de la fuerza, la impunidad seguirá siendo la norma y no la excepción.

APROPOL Noticias

 

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