Cuando encarcelar dirigentes acelera los tiempos históricos

Cuando encarcelar dirigentes acelera los tiempos históricos

Silvio Medina habla desde la trinchera misionera.

Por Rubén Pombo (*)

La detención de los referentes de la Mesa de Diálogo Policial y Penitenciaria de Misiones no logró silenciar el reclamo. Por el contrario, parece haber activado una conciencia colectiva más profunda, un “estado deliberativo” de los trabajadores de la seguridad pública. Uno de los que tomó la palabra —una vez más— es Silvio Medina, policía en actividad, militante histórico de la mesa provincial y miembro activo de FASIPP.

En un video recientemente difundido (pero que data del 2021), Medina no sólo sale al cruce del intento de deslegitimar el movimiento, sino que también enuncia con claridad una tesis de fondo: los trabajadores de la seguridad no son ejecutores ciegos, sino funcionarios públicos conscientes, titulares de derechos y deberes, y actores políticos legítimos dentro del sistema democrático.

«Hoy vamos a tratar de explicar algunas dudas con respecto a qué tipo de funcionarios públicos somos los empleados de la seguridad pública», comienza diciendo. Y con esa frase, parece también responderle al Estado que eligió perseguir judicialmente a quienes, como Ramón Amarilla, construyeron con organización y diálogo una alternativa gremial al verticalismo y al miedo.

Una persecución que se convirtió en elección

La elección de Ramón Amarilla como diputado provincial (¡estando detenido!) no fue un accidente ni un “voto bronca”. Fue una elección política del pueblo misionero que interpretó el encarcelamiento como lo que fue: un acto de represión institucional camuflado de procedimiento legal. Como en otras épocas de nuestra historia, la cárcel terminó legitimando aún más al dirigente.

Lo que Medina señala en su intervención —y que APROPOL viene advirtiendo desde hace tiempo— es que la doctrina de la sospecha permanente no puede seguir utilizándose como excusa para negar derechos. Ni el uniforme ni el arma estatal anulan la ciudadanía. Al contrario: imponen responsabilidades, pero también aseguran garantías. Y si esas garantías se vulneran, lo que está en riesgo no es sólo el trabajador, sino el Estado de Derecho mismo.

La hora de la palabra

Lejos de retroceder ante la avanzada punitiva, la voz de Silvio Medina reafirma la ruta que la Mesa de Diálogo supo trazar desde hace más de una década: legalidad, organización, no violencia, propuesta. Frente a un poder que desconfía del que habla, Medina habla más fuerte. Frente a un Estado que encarcela a los organizados, la organización responde con urnas.

Y lo hace desde una certeza doctrinaria que pone en el centro al hombre y no a la sospecha.

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