¿qué sentido tiene conmemorar el Día del Trabajador en un país donde muchos no tienen derecho a luchar por sus derechos?
Por Alberto Martínez (*)
El 1º de Mayo no es una fecha cualquiera. Es el día en que el mundo recuerda a los mártires de Chicago y a todos aquellos que a lo largo de la historia han peleado por una jornada justa, un salario digno y condiciones humanas de trabajo. Pero también es una jornada para interpelarnos:
¿qué sentido tiene conmemorar el Día del Trabajador en un país donde muchos no tienen derecho a luchar por sus derechos?
El derecho a huelga no es un privilegio: es un derecho humano
La Constitución Nacional en su artículo 14 bis lo dice sin rodeos: “el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador (…) el derecho de huelga.”
La Corte Suprema de Justicia ha sostenido, en múltiples fallos, que la huelga es una herramienta legítima para el reclamo colectivo y una expresión directa de la libertad sindical. También lo establece el Convenio N.º 87 de la OIT, de rango constitucional en nuestro país.
¿Pero qué ocurre con los trabajadores uniformados? ¿Qué pasa con los policías, penitenciarios, bomberos y otras fuerzas de seguridad?
Se los silencia. Se los disciplina. Se los amenaza con la desafectación, el sumario, el traslado o la cárcel. Se los trata como máquinas, no como ciudadanos.
El miedo como política laboral
En estos sectores, el poder político se ha acostumbrado a gobernar con miedo. Toda manifestación de protesta —por justa y pacífica que sea— es leída como “motín”, “sedición” o “insubordinación”.
Pero cuando un policía gana un sueldo que no le alcanza ni para alquilar, cuando sufre traslados arbitrarios, cuando vive sin obra social, sin descanso, sin respaldo ni reconocimiento, ¿qué herramienta real tiene para defenderse?
Negarles el derecho a huelga es condenarlos al sometimiento silencioso. Y eso no es justicia. Es servidumbre.
Por un 1º de Mayo que nos incluya a todos
Desde este espacio, alzamos la voz en este 1º de Mayo por todos los trabajadores invisibles del sistema de seguridad, los que portan uniforme y aún así no tienen voz.
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Reivindicamos su derecho a la protesta organizada.
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Exigimos que se respete el principio de no discriminación sindical.
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Denunciamos los abusos disciplinarios como forma de castigo político.
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Y reafirmamos que la huelga no es un delito: es una expresión de libertad.
Porque si el derecho a huelga no es para todos, entonces no es un derecho. Es un privilegio al servicio del poder.
En este Día del Trabajador, abrazamos a quienes luchan, a quienes se organizan, a quienes no se rinden.
También a quienes no pueden protestar sin arriesgarlo todo.
Porque la dignidad no se mendiga: se conquista.
¡Quien quiera oir que oiga!
(*) Periodista. Licenciado en Seguridad Pública. Especialista en seguridad y derechos laborales de los trabajadores policiales y penitenciarios.
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