El silencio que duele — El drama del suicidio en las fuerzas policiales argentinas

El silencio que duele — El drama del suicidio en las fuerzas policiales argentinas

El aumento sostenido de suicidios en las fuerzas policiales argentinas es una alarma silenciosa que exige respuestas urgentes.

Por Adrián Espiño (*)

Lejos de ser un fenómeno aislado, se trata de una problemática estructural que refleja el deterioro emocional, la falta de contención institucional y el abandono psicológico al que están expuestos miles de hombres y mujeres que visten uniforme.

Cada número que se suma a esta trágica estadística no es solo una pérdida humana irreparable, sino también el síntoma de un sistema que no está cuidando a quienes juraron cuidar al resto. Jornadas extenuantes, bajos salarios, escaso reconocimiento social, presiones internas, problemas familiares y, sobre todo, la falta de asistencia profesional y sostenida terminan configurando un cóctel explosivo que muchas veces deriva en decisiones extremas.

No podemos seguir normalizando la idea de que el desgaste emocional es parte del “oficio policial”. No es normal salir a patrullar con miedo, no es normal callar el dolor, no es normal no pedir ayuda por temor a ser apartado del servicio o estigmatizado.

Las instituciones deben dejar de mirar para otro lado. Se requieren políticas integrales de salud mental, con profesionales especializados, seguimiento permanente y protocolos de actuación que incluyan la prevención, la atención y la reinserción emocional. También es imprescindible una transformación cultural que permita hablar de este tema con seriedad, sin prejuicios ni tabúes.

Es hora de actuar. Porque cada agente que cae en la desesperación y decide quitarse la vida es una responsabilidad colectiva. Y porque ninguna fuerza puede ser fuerte si está emocionalmente quebrada desde adentro.

(*) Coordinador y Director del Círculo Argentino de Seguridad

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