Un gesto que honra al periodismo y a la Patria chica. El ejemplo de Luis Novaresio y la despedida del Papa Francisco.
Por Alberto Martínez (*)
En tiempos de ruido, velocidad y palabras huecas, el verdadero periodismo no solo informa: también acompaña. Y a veces, cuando la vida lo permite, también actúa. Eso hizo el periodista rosarino Luis Novaresio esta semana, en un gesto silencioso pero inmenso: ayudó a los sobrinos del Papa Francisco a viajar a Roma para asistir a su funeral. No lo hizo por rating, ni por prensa. Lo hizo por lo que hay que hacer. Porque alguien tenía que hacerlo.
Una familia en duelo, un país ausente
La noticia, publicada en Rosario3, conmueve por lo que cuenta y por lo que revela. La familia argentina del Papa Francisco no tenía cómo viajar al Vaticano. En medio del dolor por la pérdida, se enfrentaban al absurdo económico de no poder despedir a su familiar más universal. Frente a esta escena, el Estado no hizo nada. Ni una ayuda, ni una gestión, ni una palabra. Solo silencio.
Ahí es donde entra Novaresio, su equipo en A24, y la agencia Corima Viajes, que donó los pasajes. Una red de personas comunes que hicieron lo correcto cuando los poderosos miraban para otro lado.
Un periodista que no se desentiende
Luis Novaresio no necesita presentación. Su voz ya es parte del aire rosarino, porteño y nacional. Pero lo que lo distingue no es solo su capacidad para interrogar al poder, sino su capacidad para conmoverse. Para entender que la patria no es una idea abstracta, sino el rostro de alguien que sufre y no tiene a quién recurrir.
Y lo dijo con claridad:
«Humildemente, en nuestro programa de A24 les conseguimos dos pasajes y dos alojamientos. Igual, da vergüenza la actitud de los que deberían».
Esa frase —breve y precisa— resume una verdad incómoda: la acción concreta de los ciudadanos está supliendo la ausencia del Estado, incluso en momentos simbólicos tan trascendentes como la despedida de un Papa argentino.
La patria chica que no olvida a los suyos
Lo que hizo Novaresio es, también, un acto de amor a Rosario. Porque defender a los nuestros, ayudar a los que nos representan en el mundo, es también hacer patria chica. Una patria que recuerda que la solidaridad no debe tercerizarse, ni burocratizarse. Una patria que actúa sin pedir permiso.
Hoy, más que nunca, necesitamos recordar que el periodismo no es solo denuncia, ni solo relato. Es también compromiso. Y Luis Novaresio nos lo recordó con hechos, no con discursos.
Gracias, Luis. Por recordarnos que el buen periodismo no se arrodilla ante el poder, pero sí se inclina ante el dolor del otro.
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PD: Para los que preguntarán digo que en mi modesto entender sobre el Rosarigasino «Gagasuchagada» significa «gauchada». Stop.
¡Quien quiera oir que oiga!
(*) Periodista. Licenciado en Seguridad Pública. Especialista en seguridad y derechos laborales de los trabajadores policiales y penitenciarios.
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