La Policía de Larreta, una suma de aberraciones

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Buenos Aires - En cualquier país serio, o al menos en aquellos que intentan serlo, los policías son considerados trabajadores y, por lo tanto, tienen un sindicato que los representa y protege de las aberraciones de los políticos y del resto de los poderes.

 

Por Jorge O. Rodríguez

En forma complementaria, se planifican distintas pautas que tienen que ver con la profesionalización de los efectivos, en base a la prevención de los delitos y el combate a los mismos. En Argentina nada de esto ocurre.

En la gestión de Mauricio Macri en la ciudad Autónoma de Buenos Aires, se creó la Policía Metropolitana el 28 octubre de 2008 (ley 2.894/08​ de Seguridad Pública). Posteriormente, en base a la misma, fue creada la Policía de la Ciudad (ley 5688/16), sancionada el 17 de noviembre de 2016 y que comenzó a operar el 1 noviembre de 2017.​ Fueron traspasados obligatoriamente 18430 efectivos federales –de los cuales más de 3 mil solicitaron el retiro-, la mayoría provenientes de las 54 comisarías y algunos de otras áreas. A estos se les sumaron otros federales que se habían inscripto, otros que provenían de alguna de las Fuerzas Armadas o civiles que no tenían formación policial ni militar. En la actualidad la Policía de la ciudad suma unos 25 mil policías, conforme a sus datos, con una estructura de 15 comisarías comunales y 28 vecinales.

Al igual que todas las medidas tanto del gobierno nacional como de la ciudad, en forma previa a esta reestructura policial, no se realizaron análisis ni proyectos serios con el tema de la seguridad y obviamente tampoco en relación a narcotráfico o delitos complejos. Solo existieron parches, retoques, ideas sin seriedad, “negocios” y por supuesto todo tipo de publicidades engañosas, que en realidad solo fueron “ventas de humo” a la población.

Al frente de las nuevas comisarías, fueron ubicados jefes, muchos provenientes de la Federal, incluso hasta algunos que fueron exonerados u obligados a solicitar el retiro, como resultante de distintos delitos policiales (protección a narcos, coimas a comerciantes, privaciones ilegales de la libertad, entre otros). Casi en su totalidad, los jefes no tienen idea de cómo se maneja una comisaría, ni conceptos mínimos sobre operativos de prevención o de saturación. En general los servicios de las comisarías están organizados en tercios, es decir turnos de 8 horas diarios, salvo el domingo con un aberrante servicio de 12 horas (algunos efectivos tienen horarios fijos, en la jerga “paradas fijas”). Los jefes de los servicios, suelen ser agentes inoperantes a los que lo único que les interesa es no tener problemas. Eso sí, tienen una gran habilidad para quedarse con los servicios prevencionales que se le asignan a la comisaría, algunos de los cuales los comparten con sus inútiles alcahuetes que jamás pisan las calles y ridículamente están horas en oficinas con el arma en la cintura. Se puede observar que, en tercios de 70 personas, hay 20 de estos inútiles cobijados en las comisarías: 50 policías se juegan las vidas en las calles, con 20 inútiles muy cómodos que terminan cobrando mucho más por mes.

A cada policía se le asignó un teléfono azul, para medir una estupidez que los jefes denominaron “productividad”, es decir la cantidad de metros que camina el personal, cuántas veces va al baño o a otro lugar, etcétera. Pero dejaron de abonarse las actualizaciones del software y GPS, y actualmente no registran las caminatas reales y algunos policías, aparecen situados en la Antártida o a miles de kilómetros. Para ser más gráfico en todos estos disparates y delirios: todo el personal destinado a subte y premetro, tiene que tener su celular personal en la mano -no el azul provisto-, comparten un grupo de WhatsApp obligados siempre a estar prendidos, salvo en las licencias anuales, y todos los acontecimientos o incidencias policiales tienen que ser comunicadas al grupo, hasta por ejemplo ir al baño o que una persona se cayó y debieron llamar al SAME. Al ser los tercios rotativos, el personal no puede estudiar ni capacitarse, a pesar de los falsos discursos de sus jefes y funcionarios políticos. Pero sigamos con el ridículo: los efectivos que prestan servicio de tercio del domingo de 18.00 a la hora 6.00 del lunes, vuelven a tomar servicio este día a la 12.00 del mediodía.

En esta suerte de “Locademia de Policía”, los delirantes que están a cargo, asignaron jerarquías que favorecieron a los ex efectivos metropolitanos, en desmedro de los federales: oficiales mayores que tienen una antigüedad de 10 años tienen a su cargo a oficiales inspectores ex federales, que tienen 25 o más años de servicio; o lo que es más ridículo, existen muchachos de 30 o 32 años que son subcomisarios. En otra gran “venta de humo”, los jefes organizaron algo que se denomina “pintar la zona”: patrulleros y motos que andan a lo loco dando vueltas, por un circuito de calles predeterminado y sin que sirva para paliar la inseguridad (esto aparentemente fue un invento del filósofo todo servicio Sergio Berni).

En muchas comisarías se obliga al personal de calle a utilizar el muy peligroso chaleco refractario, incluso de noche y en cercanía de las villas, lo cual los transforma a los policías en blancos más fáciles de disparos de armas de fuego.

Por otra parte, resulta notable la casi nula preparación de los policías formados en la escuela de la ciudad: muchos no saben limpiar su arma, realizaron solo 6 disparos en la escuela y hasta desconocen que las esposas se colocan por la espalda. Y no saben actuar en situaciones de peligro: por ejemplo, los llaman desde un vehículo e increíblemente se acercan a los mismos, ofreciendo todo su cuerpo de frente y ni siquiera de costado como indican las normas.

Los jefes asignan efectivos en forma disparatada, por ejemplo, gente que vive en zona sur es destinada a Mataderos o Saavedra. El maltrato al personal policial de sus jefes y los funcionarios políticos, se visualiza además con el hecho de que muchos deambulan con sus ropas rotas o zurcidas y con sus borceguíes con la suela rota. Esto ocurre debido a que el recambio de indumentaria que se solicita por e-mail demora meses y tienen prohibido realizar las compras por su propia cuenta.

A pesar de lo que manifiestan los funcionarios políticos, siguen existiendo las brigadas de delincuentes policiales al igual que antes. Las ventas de estupefacientes y las “cuevas” de drogas de Constitución, Once o Flores –algunas existentes hace 20 o 30 años- y con un policía protegiendo sus ventas a unos metros, son la muestra clara de la buena salud de los cohechos de los jefes policiales. Al igual que la venta de protección a comerciantes, en jerga policial llamadas “quintas”: no se ven por ejemplo policías en paradas de colectivos donde se roba a diario, pero sí a metros de una inmobiliaria o del supermercado Día. Por lo demás, el personal policial es continuamente trasladado de un lugar a otro, para que no pueda visualizar los “arreglos” con transas y delincuentes, ni los cohechos policiales a comerciantes.

En ninguna ciudad importante del mundo o de América, suele verse un policía en soledad parado en un lugar (porque no sirve de nada y es un riesgo para la vida del policía). Solo se ven binomios o incluso trinomios, detenidos o caminando. En la mayoría de los barrios de Lima Perú, Policía Nacional tiene a sus patrulleros con AK47. En Cali, Medellín o Bogotá Colombia, puede verse a Policía Nacional con sus fusiles M16. A lo largo de México puede observarse a la Policía de Sinaloa, Tijuana o Jalisco, también con sus M16 o hasta con fusiles FAL o G3. En todos estos lugares llevan chalecos anti balas RB3, que ofrecen una mayor defensa por sus placas antishock ante disparos, que los RB2 que se utilizaban acá. Policía de la Ciudad suministra a sus efectivos, unos supuestos RB3 que con solo verlos y por lo que pesan, resulta claro que no solo no lo son, sino que además tal vez no califiquen para RB2 (y comprados a tres veces el valor de mercado según distintas fuentes).

En nuestro país, ni a los jefes ni a los políticos les interesan las vidas de los policías. Es más, pareciera que muchos quisieran ver policías muertos, tal como se vio en diciembre en la “emboscada de Núñez”, el día del partido de fútbol en el cual los policías desarmados, fueron apedreados durante tres horas, recibiendo la orden de sus jefes de no retirarse y conservar sus posiciones. O como cuando dos policías murieron en un choque en Pompeya, y mientras los velaban, los jefes de Comuna 4 Bonomi y Tejido celebraban un asado en dicha sede, luego de negarles a las viudas la realización del velatorio en la misma.

En esta gran farsa llamada Argentina, mientras nos cuentan cuentitos de la lucha contra la droga o la baja de los delitos, día a día podemos ver más estupefacientes y narcotraficantes, y cómo los robos, hurtos y demás delitos crecen sin parar, en todos los barrios de la ciudad de Buenos Aires. Incluso en los que viven los funcionarios políticos, quienes se creen muy seguros en sus autos blindados y rodeados de custodia. Inmersos en sus delirios, no se enteraron hasta ahora que los tiros nos entran a todos.

Fuente: (www.REALPOLITIK.com.ar)

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