La muerte del oficial Cristian Oficialdegui no es solo una tragedia individual. Es el reflejo de un sistema que abandona, que niega, que revictimiza, y que, ante el dolor de los suyos, responde con silencio o con versiones incompletas.
Por Rubén Pombo
Durante el programa Frecuencia Azul del 7 de mayo, abordamos con profundidad este caso que, lejos de aclararse, genera más dudas a cada paso. Lo que comenzó como una nota evocativa hacia un camarada fallecido, terminó destapando inconsistencias graves en la versión oficial y en la actuación judicial.
“Lo mató el olvido”
Cristian Oficialdegui atravesaba una crisis emocional evidente. Tenía carpeta médica psicológica hacía más de dos años. No portaba su arma reglamentaria, pero sí dos armas personales, y un chaleco antibalas. A eso se suma una situación de hostigamiento personal —según relataron sus familiares—, en un contexto de conflictos sentimentales previos con la mujer que luego fue presentada como víctima de secuestro.
«No lo mató el arma. Lo mató el olvido, el ninguneo y una carpeta médica que sólo servía para sumar días, no para sanar», señalamos al aire. Porque no hay política real de prevención cuando todo se reduce a firmas en papeles que nadie ejecuta.
La versión oficial, en crisis
La hipótesis que manejamos —basada en testimonios directos, documentos y declaraciones familiares— es tan preocupante como verosímil: Oficialdegui pudo haber sido víctima de un fusilamiento, en un operativo cargado de irregularidades, donde uno de los gendarmes estaría manteniendo una relación con su expareja.
El fiscal de la causa, Dr. Lisandro Artacho, afirmó a los familiares que los gendarmes estaban detenidos. Pero eso es falso. “El fiscal Artacho le dijo a la familia que los gendarmes estaban detenidos. Es falso. No hay ninguna detención”, denunciamos en el editorial. También dijo que desconocía la relación previa entre los involucrados, algo difícil de creer por la cercanía física entre la base de Gendarmería y el lugar del hecho.
Una doble vara judicial
El tratamiento que recibió este caso por parte del Ministerio Público Fiscal pone en evidencia una realidad que ya conocemos: no se mide con la misma vara a todos los miembros de las fuerzas. Si los intervinientes en este caso hubieran sido policías provinciales, probablemente estarían presos. Pero los gendarmes involucrados siguen en libertad. “Hay una doble vara: si hubiera sido un policía provincial, ya estaría preso. Pero como son gendarmes, están en su casa”, dijimos al aire.
No lo decimos por especulación: lo vemos todos los días. La misma fiscalía que ante la duda encarcela policías provinciales, en este caso eligió la cautela, el silencio y la demora.
La verdad no espera
«El tiempo que pasa es la verdad que huye», decía el comisario general Santia, uno de nuestros mentores. Y es eso lo que vemos: una verdad que se escapa, mientras la justicia no actúa con la premura ni la seriedad que el caso amerita.
Agradecemos profundamente a la familia de Cristian por confiar en nuestro medio para contar su verdad. Lo hicieron porque se sintieron respetados. Porque en otros espacios se buscó demonizar, manipular, instalar una versión sin escuchar. Y porque aquí, en Frecuencia Azul, creemos que detrás de cada uniforme hay una persona, una historia, una vida que merece ser contada con dignidad.
Este caso no está cerrado. Nosotros no lo vamos a dejar pasar. Y como dijimos al final del programa:
“Fiscal, trabaje tranquilo, pero trabaje en serio. Porque estamos llegando al caso.”
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