La trastienda del acto oficial en el ISEP de Rosario: mientras entregan 400 uniformes, miles de policías siguen «reventados».
Por Alberto Martínez (*)
Este 29 de marzo, en Rosario, las autoridades montaron un acto en el Instituto de Seguridad Pública (ISEP) para mostrar la entrega de uniformes. Una postal perfecta para la prensa oficial. Pero como suele pasar, detrás del telón se esconde la realidad que no se quiere mostrar: solo 400 uniformes fueron entregados, mientras la mayoría del personal sigue esperando incluso lo más básico para cumplir su labor.
Pero la denuncia va más allá de la ropa. Llega desde lo profundo del norte santafesino, donde los efectivos de Tostado, Villa Minetti, Villa Guillermina, Villa Ana, Gato Colorado, Los Amores y alrededores cargan sobre sus espaldas una situación insostenible. Así lo expresó «Nacar» un agente que nos escribió con la esperanza de que alguien escuche: “Nos hacen caminar 12 horas seguidas en Rosario sin descanso. Cuando llegamos desde el norte, ya tenemos que volver. No podemos ni compartir un mate con la familia.”
Traslados injustos y sin criterio
Una de las principales quejas que se repite en las voces de quienes están en el terreno es la falta de planificación y justicia en los pases. En lugar de beneficiar a los más nuevos, se sigue sosteniendo a personal con más de diez años en Rosario, sin contemplar el arraigo ni las necesidades del personal que vive a 500 kilómetros de distancia.
Rosario, dicen, “está lleno de gendarmes, de comandos y de todos los grupos habidos y por haber”, pero igual siguen trayendo policías del norte sin infraestructura ni respaldo. No hay QRU en las localidades de origen y el pasaje cuesta $34.000 solo de ida, con alquileres en Rosario que superan los $450.000 mensuales más expensas, según detallan.
¿Jornada laboral o castigo encubierto?
Otra de las denuncias más graves es sobre el régimen de trabajo. Mientras el reglamento establece una jornada 12×36, en los hechos hay policías del norte caminando 12 horas al rayo del sol y sin descanso. “Nos dicen que si queremos ver a nuestras familias y ganarnos un franco, tenemos que hacer 3 servicios 10 Bis y 3 de 460. ¡Una burla total!”, afirma Nicol.
Quienes están más lejos son los que más pagan de su bolsillo para venir a Rosario, más tiempo viajan y menos descansan, incluso en comparación con el personal local. La desigualdad interna se transforma en maltrato institucional.
Queremos una buena policía, pero nos tratan como descartables
El mensaje final es directo y contundente:
“¿Dicen que quieren una buena policía? Entonces empiecen por valorar nuestro trabajo.”
La precarización, el abuso de poder, los traslados forzosos y la falta de recursos no solo desgastan al trabajador policial, también atentan contra el servicio de seguridad pública. Un agente agotado, frustrado y maltratado no puede proteger a nadie. La seguridad empieza por cuidar a quienes la sostienen.
Desde APROPOL, FASIPP y FRECUENCIA AZUL nos comprometemos a seguir visibilizando esta realidad. No vamos a permitir que la foto oficial tape la verdad.
¡Quien quiera oir que oiga!
(*) Licenciado en Seguridad Pública y Ciudadana por la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAUS), ex oficial de la Policía de la Provincia de Santa Fe, dirigente gremial policial y periodista.
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