La marcha de jubilados de este miércoles dejó una postal tan clara como inquietante: cuando Patricia Bullrich no tiene injerencia directa, no hay represión ni violencia. Esa simple constatación —verificada hoy frente al Congreso— permite una lectura política inevitable.
Por Alberto Martínez (*)
La ministra de Seguridad quedó desdibujada tras la disputa judicial por el control del operativo: primero excluida por el juez Gallardo, luego reinsertada por la Cámara de Apelaciones. Finalmente, su rol quedó acotado a la custodia del Congreso, mientras que la Policía de la Ciudad se ocupó de las calles.
¿El resultado? Una marcha multitudinaria, cargada de tensiones, pero sin un solo episodio de violencia.
La paz no fue producto del protocolo, sino de su ausencia.
Esto habilita una pregunta profunda y necesaria:
¿Es Bullrich la arquitecta política de los episodios represivos más graves de los últimos tiempos? Porque si la calma reina cuando ella se retira del centro de mando, la conclusión se impone sola.
No es nuevo. En cada protesta social de los últimos años, la marca registrada de Bullrich ha sido la represión. La doctrina del enemigo interno, la criminalización de la calle y la exaltación del “orden” como sinónimo de garrote.
Pero hoy, sin la ministra marcando el paso, el pueblo marchó sin ser golpeado.
La evidencia se vuelve argumento. Y el argumento, denuncia: Bullrich no gestiona seguridad. Gestiona conflicto.
Jubilados en la calle: una marcha pacífica que anticipa el paro general
Publicado por APROPOL Noticias