De patrulleros a inspectores: la degradación de una fuerza de élite

«Qué vergüenza la policía haciendo de inspectores de tránsito», dijo un retirado del Comando Radioeléctrico de Santa Fe al ver una imagen reciente que circula en redes sociales (esta noche en Bv Segui y Francia de Rosario). No es la primera vez que lo escuchamos. Lamentablemente, no será la última.

Por Alberto Martínez (*)

Del combate al delito a los operativos con carretón

Durante más de medio siglo, el Comando Radioeléctrico fue el músculo operativo de la Policía de Santa Fe. En democracia o en dictadura, fue destinado a intervenciones de alto riesgo, operativos de saturación, persecución de bandas armadas, y situaciones que requerían inmediatez, coraje y entrenamiento. Hoy, muchos de sus miembros son obligados a realizar tareas propias de inspectores de tránsito municipales, acompañando carros de remolque para secuestrar motocicletas en controles de rutina.

¿Ese es el uso que merece una fuerza entrenada para enfrentar el delito complejo?

Confusión de funciones: ¿inoperancia o desprecio?

No se trata de desmerecer el control vehicular, sino de denunciar el uso inapropiado de los recursos humanos más capacitados de la policía. No hay estrategia, no hay planificación: hay improvisación, hay desprecio por la historia institucional y por el verdadero rol preventivo y operativo que debe tener una unidad como el Comando.

El propio camarada retirado lo dijo con claridad:

«Me veo mal, confundiendo las funciones. La policía no es inspectora municipal.»

Una policía reducida a la obediencia ciega

Este proceso forma parte de algo más profundo: la intención política de convertir al policía en un autómata, sin criterio, sin formación, sin historia. Se busca despersonalizar al efectivo, imponerle tareas ajenas a su función, degradarlo funcionalmente hasta que no se reconozca ni a sí mismo. Quieren una policía sumisa, no una policía profesional.

Del patrullero al carretón: la degradación de la función policial

Y lo más grave: todo esto se presenta como «prevención», cuando en realidad es una forma de banalizar la verdadera tarea preventiva, que implica cercanía con el vecino, presencia disuasiva, investigación, inteligencia criminal y patrullaje real.

¿Y si hablamos de prioridades?

Mientras tanto, los móviles siguen faltando, el combustible escasea, los turnos se duplican, los uniformes se reciclan, las licencias se niegan, y los sueldos no alcanzan. Pero eso sí: hay tiempo para poner al Comando a secuestrar motos.

¿Hasta cuándo?

Es hora de volver al orden natural de las cosas: cada fuerza con su rol, cada institución con su misión. Y el Comando Radioeléctrico, como tantas otras unidades, debe volver a ser lo que fue: un bastión de respuesta inmediata frente al delito, y no una rueda más del aparato recaudatorio del poder político.

El peligroso proceso de banalización del abuso laboral en la Policía

¡Quien quiera oir que oiga!

(*) Licenciado en Seguridad Pública y Ciudadana por la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAUS), ex oficial de la Policía de la Provincia de Santa Fe, dirigente gremial policial y periodista.

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