Cuando los informes anónimos no buscan justicia, sino caja. Y los fiscales no investigan: militan.
“Hay internas que no se ventilan en pasillos, sino en licitaciones. Y hay causas que no empiezan con pruebas, sino con broncas.”
— El Espía
Circulan los primeros documentos de una causa que promete poner en evidencia, otra vez, cómo se activan mecanismos judiciales no para impartir justicia, sino para zanjar disputas por negocios millonarios dentro de las fuerzas de seguridad.
La hemos seguido de cerca y ya tiene nombre: la “Causa Raffo”.
Un expediente flojo de papeles… pero con una mira precisa
Todo arranca con un informe judicial armado con hilos flojos. Lo presenta un oficial de policía que, curiosamente, hoy está «de licencia médica», aunque en realidad fue reciclado por el gobierno provincial dentro de un grupo de inteligencia que no responde a ninguna supervisión institucional.
Pero no es un oficial cualquiera. Se trata nada menos que del ex “secretario” de Alejandro Druetta, el excomisario narco que fue mano derecha del entonces ministro Pullaro. Luego sirvió bajo las órdenes del ex secretario de Seguridad Germán Montenegro, durante la gestión de Marcelo Saín. Y además de ladero de yun actual alto jefe en funciones del que se presume está detrás de todo esto.
Este hombre, que ahora firma informes, no solo carga con un prontuario funcional dudoso: forma parte de una estructura que ya reconocemos como la «pata policial» del grupo conocido en los pasillos como “Les Loques”: una banda paraestatal que armaba causas falsas, espiaba ilegalmente e incluso apuntaba contra otros policías. ¿Lo curioso? Ahora aparentemente lo reciclan.
La detención del “Flaco” Raffo y los demonios que empezaron a salir
La detención del ex oficial Juan José “El Flaco” Raffo abrió una puerta. Y por esa puerta ya comenzaron a salir los demonios.
Quien activa todo con su informe —al que por ahora llamaremos R.M.C.— hoy se presenta como un flamante empresario gastronómico, con emprendimientos millonarios en la ciudad. Pero deberá dar explicaciones. Y pronto.
En las próximas audiencias judiciales, según fuentes del caso, se espera que sea citado para justificar bajo qué fundamentos, y en calidad de qué, asegura que Raffo y otros policías brindaban “cobertura a delincuentes”. En su informe, escribió textualmente:
“Son vox populi que se oyen en los pasillos, tanto de Jefatura como de la Agencia de Investigación Criminal…” (sic).
A partir de esa frase, sin testigos, sin pruebas, sin audio ni imagen… se activaron allanamientos y operativos que terminaron en papelones judiciales.
Uno de ellos fue en un galpón de la ciudad de Rosario, donde se detuvo a oficiales retirados y en actividad, se les secuestraron elementos, incluso la cena que estaban por comer (se tiene acreditado que los que allanaron se morfaron un lechón y se tomaron unos vinos). Todos fueron liberados horas después y los bienes les fueron devueltos, incluido el dinero en efectivo.
Todo… menos un vehículo, que fue rematado por el gobierno. Y eso, como era de esperarse, ya derivó en una nueva demanda millonaria contra el Estado.
Un atentado que ya insinuaba la trama
¿Esto fue improvisado? Difícil creerlo. Ya en su momento, el atentado contra un edificio en avenida Pellegrini al 300 de Rosario dejó un mensaje en clave que, para los que conocen la cocina del poder, fue un adelanto de lo que ahora está estallando.
«Cuando la guerra es por la caja, no hay uniforme ni toga que salve.»
— El Espía
Esto recién empieza…
El caso Raffo no será el último. Pero sí puede ser el primero que exponga públicamente cómo operan estas redes de poder híbridas, que combinan ex policías, operadores judiciales, fiscales funcionales y algún funcionario con más pasado que currículum.
Por ahora, lo dejamos acá.
Pero como siempre… seguimos mirando.
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